domingo, 1 de julio de 2012

116

Siempre me ha parecido curiosa esa gente que nos critica. El "nos" incluye a todos y todas esos y esas que nos alegramos cuando gana España. Todos los que nos cabreamos si perdemos, los que nos mordemos las uñas en esas tandas de penaltis no aptas para corazones de cristal, los que nos morimos de ganas de que llegue el partido para tomarnos unas cervezas con nuestros amigos y dejarnos la voz, todos los que dejamos escapar alguna lagrimilla cuando Iniesta (kalise para todos!) se disfrazó de héroe en ese eterno minuto 116. 


Nos dicen que hay cosas más importantes por las que preocuparse. Y yo pienso, ¿qué sentido tiene? En una vida que da más de cal que de arena (he supuesto después de varias horas de meditación que la cal es lo malo y la arena lo bueno), ¿debemos dejar pasar las oportunidades que tenemos para ser felices solo porque hay miles de razones para no serlo?


Mi respuesta es no. La mía y la de todos los que llevamos tiempo esperando un día como hoy. Un día en el que nos ponemos la camiseta roja con orgullo. Un día en el que poder olvidarnos un rato de todos esos hombres de traje que nos dan la vara los otros 364 días del año. Un día en el que la prima de riesgo no salga en las noticias. Una aguja amable en un pajar incómodo. Un día en el que hasta el cielo y los descendientes de Franco sean rojos. En el que hasta Juan Magán cante eso de "Yo soy español" sin su acento latino. Un día en el que saque Casillas para Ramos (por cierto hemos de reconocer el ZAS que nos hizo el otro día con su penaltiazo), se la de a Xavi, que se la pase a Silva. Éste la centre para Torres, y... falle. Y al rechace llega Iniesta y.. saltemos todos. 

Así que eso, a los que nos criticáis, lo siento. Vamos a seguir igual. No vamos a dar la espalda a algo que nos transmite ilusión en cantidades incalculables. Esto no va de levantar una copa, esto de va de sentirse identificado con los valores que transmiten 11 tíos en pantalón corto. El balón es secundario. Lo importante es que muchos llevábamos esperando el día en el que alguien nos explicase como con esfuerzo, si es de verdad, las recompensas no se hacen esperar. Y ese día ha llegado.



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