martes, 16 de octubre de 2012

Todas las cosas pasan por algo


Hoy ha sido un día raro. Todo iba como va un lunes cualquiera: me he levantado a una hora bastante más elevada de lo que le corresponde a mi status social, he desayunado a una hora en la que en Inglaterra hablaríamos ya de almuerzo, y he comido a la hora de la comida. Mi proceso digestivo, por lo tanto, es más inestable que Bisbal con un pulsador delante. Luego he ido a la uni, he hecho cosas de uni, y he salido. Y entonces, de golpe y porrazo, mi abuelo estaba en un quirófano en una operación de esas que ponen en duda todo tipo de positividad y optimismo que puedas llegar a tener. No os voy aburrir con detalles médicos, tranquilos. El caso es que por suerte, ni mi optimismo ni mi positividad han cedido ante los empujones del miedo. Sé que suena a que soy idiota, pero hoy estoy orgulloso de mi mismo.

"A que tengo una colleja importante?"

A las 20:16 horas mi twitter abría fuego con este mensaje: “Todo va a ir bien”. Enseguida ha tenido varios retuits y favoritos. Me alegra pensar que no soy el único idiota. A las 23:20 decía: “Todo ha ido bien”. Supongo que imagináis que no ha pasado nada malo si aún tenéis algo de inteligencia guardada a estas horas. Y la verdad, espero que todo siga yendo bien, porque no hay nadie que lo merezca más que mi abuelo. Es la lucha personificada. Cuidó de mi abuela día tras día con el mayor cariño del mundo siempre, y mucho más cuando la diagnosticaron Alzheimer. Se dejó la piel cuando solo había lagunas y cuando ya solo cuidaba de alguien que ya no sabía quien la abrazaba. Una especie de “El Diario de Noa” pero sin focos, si. Y ha tenido que superar un millón más de barreras, pero es una de las personas más integras que conozco.

Y ahora estoy aquí porque de repente un día se tuerce y te hace pensar. Y cuando piensas no te apetece ni ver una serie, ni hablar, ni hacer nada cotidiano. Y pensando me ha venido a la cabeza una cosa que me enseñó ya hace tiempo mi madre. Me ha enseñado muchas, pero ésta es mi favorita. Es solo una frase, una oración* mejor dicho (por si algún friki gramatical se ha colado por aquí y sufre indignación feroz): “Todas las cosas pasan por algo”. No suena tan espectacular como grandes frases filosóficas royo “Yo solo sé que no sé nada”, “Pienso, luego existo” o “Y que no me digan en la esquina el venao, el venao”, pero para mi tiene más valor que todas ellas. Y es que es fácil de explicar: todo pasa por algo. No me lo podéis discutir. Que muchas veces es imposible comprender ese algo, la razón (el periódico también es difícil de comprender), también os lo admito. Pero en días como hoy yo me pregunto si de verdad es necesario saber por qué pasan las cosas. A mi me parece que no.

Nadie quiere ser un venao, y menos en una esquina
Lo importante es saber que si algo ha salido bien o mal, es por algún motivo, aunque no lleguemos a saber cuál. Todo, menos la suerte, tiene una explicación. Y a lo mejor el error que hemos cometido hoy nos ayudará a acertar mañana, o a saber el momento perfecto en el que volver a intentarlo. Esta mentalidad deja de lado los lamentos, os habéis dao cuenta vosotros también no? Y si todos pensásemos así, a lo mejor las cosas eran diferentes. Y bueno, voy a ir terminando ya, que veo que esto empieza a adquirir color de sermón, y a mi el sermón no me gusta (menos el ahumado).

Lo siento muchísimo por el chiste del final del anterior párrafo. Es malísimo y merezco castigo, lo sé. Espero podáis perdonarme. Nada más, solo recordaros que como siempre podéis hacerme caso o no, pero por lo menos pensároslo. Seguro que hay alguna cosa que queréis hacer o dejar de hacer pero no os atrevéis a dar el paso por el miedo al fallo. Pues acordaos, todas las cosas pasan por algo. Y a lo mejor lo que toca ahora es dejar de darle bola al miedo, empezar a ser valientes, y acertar a equivocarse.

Beso grande!