jueves, 2 de agosto de 2012

Una hache intercalada


Hace unos días le preguntaba a una de mis compañeras por el significado de esa "h" que se había colado en la palabra norte. Me contó que era una h de "historia". Rápidamente, me pregunté de qué historia hablaba exactamente. De la del campamento? de la de los que lo habían fundado? No conseguía hallar la respuesta más lógica, hasta que di con ella cuando volvía en el bus a Madrid. Al ver a chicos y chicas de todas las edades llorar sin consuelo al saber que los kilómetros empezaban ya a separarles, lo supe: Aquella h no hablaba de una sola historia. Hablaba de miles de ellas.

Explico un poco de qué va esto por si alguien se ha perdido. Este año he sido por primera vez monitor (no pantalla de ordenador) en un campamento de verano. Siempre había sido uno de mis sueños, junto con el de comer sandía y gazpacho en pleno invierno. Y el sueño se hizo realidad en Asturias, en un campamento llamado "Nhorte". Y diréis, y a nosotros qué narices nos importa lo que haces tú en verano? Tú di cosas graciosas y calla. Lo sé, no creo que os interese, pero lo siento. Me veo obligado a contar algo que me hace más feliz que a Rajoy una tijera. (Sssi sssi ssi). 


El campamento tiene los elementos que tiene cualquier otro: monitores, acampados, tiendas de campaña, sacos de dormir, piscina. Se hacen excursiones, y se va a la playa. Sin embargo, no conozco un sitio igual. Y yo entiendo de campamentos. En la despedida el penúltimo día, otro de mis compañeros me dijo que aquel sitio tenía algo que jamás encontraría en otra parte del mundo. Yo y mi mente curiosa nos preguntamos enseguida por el contenido secreto de una fórmula tan perfecta. La respuesta  no ha calmado aún nuestra curiosidad. 

El Nhorte no es solo un campamento. Es un sitio al que llegas solo, y te vas sintiendo que ya no tienes una única familia. Es un lugar en el que solo existen los amigos de verdad. Un lugar que te desnuda sin quererlo, y en el que todos te pueden ver tal cómo eres (NOTA INFORMATIVA: no hablo de un campamento nudista, ojo. Es sentido figurado joe) El Nhorte hace que quieras ser un chispa, que las cometas vuelen alto, que las hormonas se alboroten bajo el nombre de zulú, y que la palabra eco signifique de repente madurez. Es un sitio donde las verdades duelen, pero se asimilan. Un sitio donde los sueños no solo existen por la noche. Un lugar con guitarras improvisando bandas sonoras, un sitio visceral. Una fábrica ilimitada de recuerdos. 

Este año fue especial para mi. Por primera vez, era yo el que mandaba vestirse o lavarse los dientes. Rodeado de magníficas personas, tenía la misión de hacer reír y cuidar al mayor número de niños posible. Pensándolo bien, probablemente no haya existido una misión más ilusionante jamás. Y cuando terminó, e hice balance, me sentí grande. Se que puede sonar pretencioso, pero es así. Sentí que durante 10 días había estado haciendo algo que me llena de verdad.



Y en cuanto al ingrediente secreto de la fórmula, aún no lo he conseguido descubrir. Solo conozco sus efectos secundarios. Lo que quiera que sea dicho elemento, provoca que los niños que acuden al campa Nhorte muestren unas ganas desorbitadas por aprender y crecer, mientras que los monitores muestren claros síntomas de no querer crecer más, y volver a ser niños. No sé si algún día descifraré la formula, ni siquiera se si es necesario que lo haga. Quizá tenga algo que ver esa hache intercalada..  



Gracias nhorteños, por todo.