¿Qué quieres ser de mayor?
Astronauta. Un estudio aún por realizar confirma que el 99,9304% de los niños
que dan esta respuesta no llega a ser astronauta. Algunos pisan la NASA, pero
de excursión. El motivo de este abrumador resultado es claro: la ambición que
tenemos cuando somos pequeños cae con cada centímetro que nuestro cuerpo
levanta sobre el suelo. Y en el fondo es lógico. Una de las características
imprescindibles de la ambición es su racionalidad. Me explico. Cuando pensamos
en lo que queremos hacer y ser, tenemos en cuenta las trabas que probablemente
nos encontraremos por el camino. El problema es que a veces esas trabas se
pueden superar, pero las damos por imposibles. ¿Por qué? Ni puta idea.
En el mundo se desperdicia talento a montones, pero falta
ambición. Pero no os confundáis. Tener ambición no significa, por lo menos para
mí, querer ser astronauta, ingeniero, o descubridor de cosas no descubiertas.
Tener ambición es intentar hacer lo que de verdad queremos hacer. E intentar
ser lo que de verdad queremos ser. Parece que entonces ambición y vocación van
de la mano por narices, pero no es así. Una de las mejores ambiciones del mundo
puede ser luchar por encontrar algo que nos haga felices de verdad.
Además, "ambición" y "mejor" no forman parte
de la misma familia semántica (como política y honestidad). Tener ambición no
debe significar querer ser el mejor del mundo. Al menos eso pienso yo. Lo que
sí debe significar es una existencia apoteósica (NOTA: la palabra
"apoteósica" solo se puede leer con voz de Piqueras en este blog, si
no, fuera de este blog ahora mismo) de ganas de mejorar, de ser mejores de lo
que ya somos. Y todo en esta vida se puede mejorar, sin excepción. Menos los
canelones de mi madre, eso no hay quien lo mejore. Por ejemplo, un futbolista
siempre intenta meter más goles, y los que humildemente tocamos la guitarra
tratamos de que nuestros dedos mejoren su amistad con las cuerdas día a día.
Jesulín NO lee este blog |
Todo esto suena muy bonito: superación, ganas de mejorar, en
definitiva, ganas de comernos el mundo. La pena es que nos llenamos enseguida.
Y cada vez más gente se conforma con el 5 pudiendo sacar ochos y nueves. Nos
quejamos, pero cuando nos dicen que no nos callamos. Queremos cambiar el mundo,
y no nos damos cuenta de que los primeros que debemos cambiar somos nosotros.
Afortunadamente, todo tiene solución en esta vida, sin excepción. Bueno, menos
si te pasas al echar sal cuando intentas hacer los canelones de mi madre, eso
no hay quien lo arregle. Y yo, como buen optimista realista que soy, os voy a
dar unos pequeños consejos barra pautas para cambiar vuestras demasiado
calmadas ambiciones. (NOTA: el hecho de que Jesulín de Ubrique viva en una
finca que se llame "Ambiciones" no da lugar a ningún tipo de relación
entre el presente blog y Jesulín de Ubrique, que ya que me sacáis el tema, gran
estómago debe tener para haber estado con Belén Esteban..)
Una de las cosas que más claras deberíais tener cuando configuréis
vuestras prioridades es que la ambición no puede ser múltiple. No podemos soñar
las estrellas de varios cielos diferentes a la vez. Es imposible. Esto nos
lleva a pensar que tenemos que tener cuidado a la hora de elegir en qué
causas destinaremos nuestros mayores esfuerzos. Para que lo entendáis, os pongo
un ejemplo facilillo: si un día ella está triste, marcar 3 goles en el partido
del equipo de la uni, o que mi guitarra suene de puta madre pasarán a ser
actores secundarios, y el protagonismo lo ganarán mis ganas de ser el mejor del
mundo en eso de hacerla reír. Es un ejemplo tonto, y simplón, pero lo he puesto
para que entendáis bien lo que quiero decir. Que a veces no logramos lo que
queremos porque nos entretenemos con cosas mucho menos importantes.
También es importante que tengáis claro que la ambición debe ser
personal. Si alguien os dice lo que tenéis que querer querer, y le hacéis caso,
ya sois marionetas para siempre. La ambición no debe depender jamás de las
expectativas que los demás tienen sobre nosotros, sino de todas esas cosas que
nos ponen los pelos de punta (menos el frío y la gomina claro).
Y ya está. Creo que eso es todo. Os he soltado todo este royo
porque miro al mundo, y me da pena. Todo va a peor, y seguramente sea porque no
nos atrevemos a cambiarlo, o porque no nos creemos capaces. Y por supuesto que lo
somos, pero los toros se ven mucho mejor desde la barrera. Yo me he cansado de
seguir mirando. No quiero ser el mejor del mundo en todo lo que hago, pero no
quiero dejar nunca de mejorar. No quiero que me den el Balón de Oro, ni llenar
el Bernabéu en un concierto, pero quiero marcar mejores goles, y tocar
canciones más bonitas. En definitiva, yo no quiero cambiar el mundo. Yo quiero
comérmelo, y que alguien se lo coma conmigo. Y punto.
Sed ambiciosos!
"El protagonismo lo ganarán mis ganas de ser el mejor del mundo en eso de hacerla reír", cuántas chicas habrán pensado un "oooh" nada más leer eso.
ResponderEliminarConozco tu blog por un enlace de twitter que me llevo hasta aquí.Las palabras son mágicas,pueden curar al triste,sacar una sonrisa o incluso enamorar.Si las palabras son magia,tu eres un mago.Solo alguien muy especial puede llegar a un desconocido y hacerle sentirse mucho mejor.No se si te veré algún día (vivo en tu cuidad),si te llegaré a conocer,si soñaré algún día con ser esa ¨Ella¨¨ de la que hablas..pero si se que te volveré a leer.Gracias por escribir cosas como estas.
ResponderEliminarPD:excelente gusto musical
firmado:Pequeño desastre animal
Gracias Pequeño Desastre Animal! De verdad. Tu comentario ha hecho que me sienta orgulloso de mí mismo, y eso no lo consigue cualquiera. Espero poder seguir "haciendo magia" para gente como tú mucho tiempo! Un beso grande ;)
ResponderEliminarY Anabel, a mí con que lo haya pensando ella, me vale ;) jaja
(otra vez oooh) jaja un beso!
Carlos
"Todas las cosas pasan por algo".. Supongo que haber llegado hasta tu blog es una de esas cosas, aunque es posible que nunca llegue a saber ese algo. De mientras seguiré leyendo.
ResponderEliminar