viernes, 9 de noviembre de 2012

¿Qué querías ser de mayor?


¿Qué quieres ser de mayor? Astronauta. Un estudio aún por realizar confirma que el 99,9304% de los niños que dan esta respuesta no llega a ser astronauta. Algunos pisan la NASA, pero de excursión. El motivo de este abrumador resultado es claro: la ambición que tenemos cuando somos pequeños cae con cada centímetro que nuestro cuerpo levanta sobre el suelo. Y en el fondo es lógico. Una de las características imprescindibles de la ambición es su racionalidad. Me explico. Cuando pensamos en lo que queremos hacer y ser, tenemos en cuenta las trabas que probablemente nos encontraremos por el camino. El problema es que a veces esas trabas se pueden superar, pero las damos por imposibles. ¿Por qué? Ni puta idea.

En el mundo se desperdicia talento a montones, pero falta ambición. Pero no os confundáis. Tener ambición no significa, por lo menos para mí, querer ser astronauta, ingeniero, o descubridor de cosas no descubiertas. Tener ambición es intentar hacer lo que de verdad queremos hacer. E intentar ser lo que de verdad queremos ser. Parece que entonces ambición y vocación van de la mano por narices, pero no es así. Una de las mejores ambiciones del mundo puede ser luchar por encontrar algo que nos haga felices de verdad.

Además, "ambición" y "mejor" no forman parte de la misma familia semántica (como política y honestidad). Tener ambición no debe significar querer ser el mejor del mundo. Al menos eso pienso yo. Lo que sí debe significar es una existencia apoteósica (NOTA: la palabra "apoteósica" solo se puede leer con voz de Piqueras en este blog, si no, fuera de este blog ahora mismo) de ganas de mejorar, de ser mejores de lo que ya somos. Y todo en esta vida se puede mejorar, sin excepción. Menos los canelones de mi madre, eso no hay quien lo mejore. Por ejemplo, un futbolista siempre intenta meter más goles, y los que humildemente tocamos la guitarra tratamos de que nuestros dedos mejoren su amistad con las cuerdas día a día.
Jesulín NO lee este blog

Todo esto suena muy bonito: superación, ganas de mejorar, en definitiva, ganas de comernos el mundo. La pena es que nos llenamos enseguida. Y cada vez más gente se conforma con el 5 pudiendo sacar ochos y nueves. Nos quejamos, pero cuando nos dicen que no nos callamos. Queremos cambiar el mundo, y no nos damos cuenta de que los primeros que debemos cambiar somos nosotros. Afortunadamente, todo tiene solución en esta vida, sin excepción. Bueno, menos si te pasas al echar sal cuando intentas hacer los canelones de mi madre, eso no hay quien lo arregle. Y yo, como buen optimista realista que soy, os voy a dar unos pequeños consejos barra pautas para cambiar vuestras demasiado calmadas ambiciones. (NOTA: el hecho de que Jesulín de Ubrique viva en una finca que se llame "Ambiciones" no da lugar a ningún tipo de relación entre el presente blog y Jesulín de Ubrique, que ya que me sacáis el tema, gran estómago debe tener para haber estado con Belén Esteban..)

Una de las cosas que más claras deberíais tener cuando configuréis vuestras prioridades es que la ambición no puede ser múltiple. No podemos soñar las estrellas de varios cielos diferentes a la vez. Es imposible. Esto nos lleva a pensar que tenemos que tener cuidado a  la hora de elegir en qué causas destinaremos nuestros mayores esfuerzos. Para que lo entendáis, os pongo un ejemplo facilillo: si un día ella está triste, marcar 3 goles en el partido del equipo de la uni, o que mi guitarra suene de puta madre pasarán a ser actores secundarios, y el protagonismo lo ganarán mis ganas de ser el mejor del mundo en eso de hacerla reír. Es un ejemplo tonto, y simplón, pero lo he puesto para que entendáis bien lo que quiero decir. Que a veces no logramos lo que queremos porque nos entretenemos con cosas mucho menos importantes.

 
También es importante que tengáis claro que la ambición debe ser personal. Si alguien os dice lo que tenéis que querer querer, y le hacéis caso, ya sois marionetas para siempre. La ambición no debe depender jamás de las expectativas que los demás tienen sobre nosotros, sino de todas esas cosas que nos ponen los pelos de punta (menos el frío y la gomina claro).



Y ya está. Creo que eso es todo. Os he soltado todo este royo porque miro al mundo, y me da pena. Todo va a peor, y seguramente sea porque no nos atrevemos a cambiarlo, o porque no nos creemos capaces. Y por supuesto que lo somos, pero los toros se ven mucho mejor desde la barrera. Yo me he cansado de seguir mirando. No quiero ser el mejor del mundo en todo lo que hago, pero no quiero dejar nunca de mejorar. No quiero que me den el Balón de Oro, ni llenar el Bernabéu en un concierto, pero quiero marcar mejores goles, y tocar canciones más bonitas. En definitiva, yo no quiero cambiar el mundo. Yo quiero comérmelo, y que alguien se lo coma conmigo. Y punto.


 Sed ambiciosos!




4 comentarios:

  1. "El protagonismo lo ganarán mis ganas de ser el mejor del mundo en eso de hacerla reír", cuántas chicas habrán pensado un "oooh" nada más leer eso.

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  2. Conozco tu blog por un enlace de twitter que me llevo hasta aquí.Las palabras son mágicas,pueden curar al triste,sacar una sonrisa o incluso enamorar.Si las palabras son magia,tu eres un mago.Solo alguien muy especial puede llegar a un desconocido y hacerle sentirse mucho mejor.No se si te veré algún día (vivo en tu cuidad),si te llegaré a conocer,si soñaré algún día con ser esa ¨Ella¨¨ de la que hablas..pero si se que te volveré a leer.Gracias por escribir cosas como estas.
    PD:excelente gusto musical
    firmado:Pequeño desastre animal

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  3. Gracias Pequeño Desastre Animal! De verdad. Tu comentario ha hecho que me sienta orgulloso de mí mismo, y eso no lo consigue cualquiera. Espero poder seguir "haciendo magia" para gente como tú mucho tiempo! Un beso grande ;)

    Y Anabel, a mí con que lo haya pensando ella, me vale ;) jaja
    (otra vez oooh) jaja un beso!

    Carlos

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  4. "Todas las cosas pasan por algo".. Supongo que haber llegado hasta tu blog es una de esas cosas, aunque es posible que nunca llegue a saber ese algo. De mientras seguiré leyendo.

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