"De cuando éramos grandes
y no sirvió para nada". Que una frase de una canción de Vetusta Morla
me ayude a empezar una entrada de blog está empezando a ser tradición. Esta vez
la madre de la susodicha es "Cenas Ajenas". No es de mis favoritas,
pero me viene al pelo para introducir de una manera sutil a la par que elegante
el tema con el que os quiero no aburrir hoy. El significado de crecer. Empezamos.
Me viene a la cabeza un mini-Carlos a los 10 u 11 años. No sé si
os acordáis de un programa que había en la 1 que se llamaba "Cruz y
Raya". Si no os acordáis sois idiotas. Lo siento. Era un show de sketches
de José Mota y .. el Otro (el otro se llamaba Otro creo..). Y yo era el fan
número uno del mundo. Para mi la Blasa o Repu la Cerda eran como hoy los tíos
de Crepúsculo para esas hormonas andantes que se hacen llamar adolescentes. Y
me pasaba el día imitando a los personajes. Por si no me conocéis, os cuento.
Tengo un don bastante incomprensible para imitar voces. Plancho como el culo,
no consigo mejorar.. pero os puedo hacer la voz de Rajoy, de Nadal, del Rey, o
de la Duquesa de Alba entre otros sin despeinar mis inquietas cuerdas vocales.
El caso es que a la edad en la que nos dicen que estamos preparados para la
primera comunión me pasaba el día imitando a estos dos genios del humor absurdo
(el mejor humor de todos los humores):
Y os juro que lo clavaba. Bueno, y ahora lo sigo clavando, lo
podéis comprobar en youtube. Ha sonado muy
flipado todo, no lo es. El caso es que 9 años después sigo igual, haciendo las mismas tonterías, o más. La única diferencia destacable es que en aquella
época cada 5 de enero me iba a dormir creyendo en la magia por encima de
todas las cosas.
Y me da a mí, bueno, sé de sobra, que hay gente que piensa que soy
tonto por hacer el idiota el 98% del día con 19 años. Que a esta edad ya hay
que ser maduro. Y yo estoy totalmente de acuerdo. Cuando tienes que conseguir
20 velas para inundar la tarta te tienes que empezar a replantear cosas. Tienes
que empezar a ser serio. Pero.. ¿Ser más serio significa reír menos? Y una
mierda. Crecer y madurar van de la mano, pero la gente no tiene ni idea de lo
que significa de verdad crecer.
Y cada vez se crece peor. Yo os digo una cosa: tengo bien claro
que mi hijo que nacerá sabiendo autocambiarse los pañales (si no entiendes esto
ve corriendo a mirar la entrada "Un Puzzle de 93 piezas"), no tendrá
un iPhone a los 8 años. Ni a los 11. Nos estamos acostumbrando a crecer
demasiado rápido, pero ese ya es otro tema. Lo que yo os quiero decir hoy es
que crecer significa madurar, pero madurar no significa entristecer. Que ser un
idiota de los buenos lleva a ser más feliz a las 10, a los 19, y a los 40 años.
Que el que hace y dice tonterías no es necesariamente tonto. Que a lo mejor es
más listo que el que solo dice brillanteces que no hacen reír a nadie. En resumen, que una
sonrisa siempre merece la pena, sea cual sea el medio por el que se consigue, y sean cuales sean las circunstancias que la rodeen.
Y para que se os quede grabado a fuego (el de una vaina loca no,
la cosa esa que quema), os voy a dejar otro texto que escribí en mi época
prebloggiana en tuenti. Se llama "175", en honor a cada uno de los
centímetros que componen mi ser. Cuidao, hablamos de altura eh. Que no me
apellido Vidal. Cuenta como yo he ido creciendo a mi manera. Y la verdad,
lo escribí en 2011, así que faltan los últimos meses de mi vida, en los que he
crecido más de lo que jamás hubiese pensado. Tranquilos, sigo imitando a la Blasa
cada dos o tres días, y no paro de pensar chistes malos. Y el 5 de enero de
2013 (si no se ha acabado el mundo) pondré el despertador muy temprano cuando
me vaya a dormir. En definitiva, "175" cuenta todo lo anterior
pero comprimido. En zip. En Rar. Para que os llegue bien y lo entendáis: Que
crecer es saber que la magia no existe, y aún así, seguir creyendo en ella.
175
Vas sumando centímetros. Vas haciendo una marca en la pared para
compararte con el año anterior. Le preguntas a tus padres cuánto medían tus
abuelos para elaborar una complicada media familiar, y al final mides lo que
todo el mundo. Y en el momento en el que la marca en la pared se repite,
empiezas a crecer de verdad. Y crecer da miedo, duele. Es como ponerte al borde
de un precipicio y tener que saltar sí o sí sin ver el fondo. No sabes lo que
te espera, ni qué será de ti ahora que cada vez menos gente te dice lo que
tienes que hacer. A pesar de todo esto, yo me río de los que dicen que crecer
es volverse serio, madurar. Crecer no puede ser eso. Crecer es saber encontrar
las personas con las que saltar el precipicio. Es darte cuenta de que antes un
viernes por la tarde te apetecía jugar a la "play" y ahora te apetece
Madrid y tus amigos, o de que antes te morías de ganas de meterle mano a esa
chica, y ahora te empieza a hacer ilusión poder llegar a decir te quiero de
verdad algún día. En serio, crecer no puede ser dejar de hacer locuras y
tonterías, sino saber qué tipo de locuras y tonterías debes hacer en cada
momento. Eso debe ser crecer.
Sed buenos!
No hay comentarios:
Publicar un comentario