Yo no creía en las mariposas.
Sí, esas mariposas de las que hablan los poetas, esas mariposas subterráneas
que hacen de la piel su techo y jamás ven la luz más allá de nuestros
estómagos. No tenía fe en ellas, las consideraba un invento comercial más de
los guionistas de televisión. Sin embargo, un giro de 180 grados en el curso de
los acontecimientos recientes, sumado a la historia que os voy a contar en la
próximas líneas, me han llevado a elegir el pretérito imperfecto simple para
darle forma a las primeras líneas de esta entrada. Las mariposas existen.
Mi teoría se basa, como os he dicho, en la lección que me han dado
dos personajes que podréis conocer en breve, y en la experiencia que supone un
dolor en el estómago cuando no estás malo, o un temblor generalizado cuando no
tienes frío.
Siguiendo un método bastante científico, la hipótesis (si le das
un susto muy grande se queda en tesis, PERDÓN) principal de mi teoría será la
existencia de una fábrica de mariposas dentro de cada uno de los 6000 millones
y pico de personas que dicen que hay en la Tierra. Bueno, en Falete hablaríamos
ya de una multinacional.. pero da igual. Lo importante es contaros la historia
de ... cachis!, por la ley de protección de datos no puedo dar nombres, así que
les llamaremos "Retratos" y "Tulesa".
Una buena manera de quitar el hipo |
Retratos y Tulesa decidieron enseñarme cómo la fábrica de las
mariposas funciona de una manera diferente en cada persona. Cómo algunas de
ellas siempre están a pleno rendimiento, incluso cuando una temporada de alta
producción se acaba, y cómo otras permanecen cerradas hasta el momento menos
esperado, en el que alguien llega, da la luz, y pone las mariposas a volar. Es
imposible escribir un manual de funcionamiento de las fábricas de mariposas,
cada una tiene sus propias leyes no escritas. Mis mariposas, por ejemplo,
siempre han sido bastante perezosas.
Siguiendo con mi hipótesis, Retratos y Tulesa empezaron por
enseñarme como el "cuando" del comienzo de la producción es
imprevisible. Cuando las primeras mariposas empezaban a revolotear en la
fábrica de Retratos, las de Tulesa parecían entretenidas con otros cometidos.
Era solo el principio. Nada que merece la pena ocurre fácil, ni rápido.
Después, Retratos y Tulesa comenzaron, quizá sin darse cuenta, a
dejar que sus sonrisas sonriesen más cuando estaban una delante de la otra.
Poco a poco, sus fábricas se iban sincronizando. Aprendieron que la vida se
aprende viviendo.
Pero yo seguía haciéndome preguntas: ¿Qué tiene que pasar para que
las fábricas de dos personas pasen de repente a tener el mismo funcionamiento?,
¿Dónde hay que ir para confirmarlo? ¿Y cómo? Poco después aprendí que todas
esas preguntas no se responden con palabras, pero sí con miradas. Y las de
Tulesa y Retratos no paraban de decirse cosas, casi se les podía oír. Solo era
cuestión de tiempo.
Y el tiempo pasó, y llegó el día en el que, cuando las miradas
empezaban a quedarse sin voz de tanto gritarse, las fábricas de mariposas de
Retratos y Tulesa se hicieron una sola. Y en ese momento lo entendí todo: las
mariposas sí existen, y quizá por eso ese puñetazo inexplicable en el estómago
en el momento más inesperado. Alguien debe de haber dado la luz.
Tulesa y Retratos, por su parte, habían elegido hace mucho tiempo
dónde querían ir. Sin embargo, a lo mejor porque aún no lo sabían, o quizá
porque eligieron caminos diferentes para llegar, tardaron mucho en alcanzar el
que es, probablemente, el mejor sitio del mundo: el lugar donde nacen las
mariposas.
Cuídala mucho tronco, es lo mejor que has tenido nunca.
Sed buenos!
"You were made to go out and get
her" (Hey Jude- The Beatles)
Nunca me cansaré de leer esta entrada :)
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